Mordanguors
Y volviste a encontrar esa carta. Esa carta leída a hurtadillas aquella primera vez. Aquella carta plena de sentimientos. Pasión. Amor. Ajenos. No tuyos. Pero tan profundos, tan alejados. ¿Cómo es posible albergar todos esos sentimientos en forma silenciosa? Opacados por cortinados de seda. ¿Nunca podrías, no? Y cuando el dolor de… y nunca pudiste completar esa frase. No era tuya. Se convirtió en un lema. El “caballito” de batalla. El cimiento del transcurrir de los tiempos. Y devinieron. Y así pasaron. Y ella opinaba que el estaba sufriendo y que no tenías que ser vos quien lo inflija. Se sentía tan bien así y todo. Hard to let it go. Everyone deserves a good life. La piedra que rueda rara vez hace cimiento. Y así seguís rondando la esquina. Todo terminó siendo una gran falta de respeto. No para nadie sino para lo más importante. Nadie entenderá jamás este significado. ¿Se entenderá lo significante? Y encontraste material maleable. Maniobrable. Inmejorable. Y fue todo tuyo. Eating from the tiny palm of your hand. El juego era tan… jugable. Tan emocionante. Tan intrigante. Siempre el desafío primero. Desafío que te hizo provocarte. Retarte. Duelarte. Sobre todo, eso, duelarte. En un duelo donde se batía tu vida, tus valores, tus creencias, tus mitos, tus rituales. Tanto que todavía no conoces ese resultado. Pero el duelo fue una contienda que no supo de geografías. El duelo fue un padecimiento que marcó tu existencia. Y seguís combatiendo. Seguís presentando batalla. ¿Se puede seguir ofreciendo la otra mejilla? ¿Alguien arriesga lo poco que tiene por el vacío y la nada? No vas a ser vos quien salte al vacío. Empty handed. Full of grace. Ingresó lentamente, tan armageddon. Aprendiste a desear lo imposible. Hablar de saborear era muy otra cosa. Y se presentó como the final battle between the forces of good and evil. Y elegiste creer. Levemente. Dazzled. Dazzled me. Tan confuso. Tan blurry. Tan convincente. El anillo logró encadenarte a las tinieblas. Lord of The Rings and The dark side of you. Ese side que te desvivís por ocultar. Y llegaron nuevamente esos cortinados de seda. ¿Quién iba a decirte que esta vez te pertenecían? ¿Quien estaba siendo infligido ahora? The tables have turned. Era tu momento. Otros paisajes, otras aguas, otros tiempos, otras centurias. Let it go. Y volvieron las batallas, los duelos, las luchas intestinas. Las peores contiendas son las que se despliegan hacia el interior. Cuan interno puede ser el adentro. Cuan oscuro puede llegar a ponerse. Y esa bocanada de aire fresco que necesitabas llegó. Porque lo deseabas internamente. Intestinamente. Intensamente. Intrínsecamente. Intimamente. Mentalmente. Y la palabra posterior fue consentir. Con sentido. Co sentir. Consentido. Y la significación discursiva se fue haciendo más específica. Más superficial. Menos latente. Late. Hilate. Unilateralmente. Y nunca habrá un sujeto–dispuesto–a–saber. Eso que resignifica significando en el mismo sentido. Y todo termina siendo tan ultra fun que mueve al llanto. So giggle que nunca temblaste de frío. Pero nuevamente esos cortinados de seda ya no están de tu lado. Velos. Velar. ¿Es duel o grief? Ya no lo sabes. O elegiste no saberlo. Interesantes caminos los del olvido. Interesante estructura libidinal. Recordar también es una forma de olvidar. Meaningful. Don´t let it go, let it be. No vale la pena que el caballito sea de batalla. La frase ya me pertenece.
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